Página 98 - Pyrenae46-1

Versión de HTML Básico

A
lberto
S
antos
C
ancelas
El Hércules de Santa Tegra y el
middle-ground
de la religión castreña
96
PYRENAE,
núm.
46
vol.
1
(2015)
 ISSN: 0079-8215 EISSN: 2339-9171 (p. 87-107)
ner que se consumiera con conciencia de sus significaciones.
23
Paralelamente, pensemos
que no se trata de cualquier divinidad, sino de Hércules, un dios del panteón romano con
unas implicaciones muy concretas e interesantes para las poblaciones locales. Dejando
por ahora de lado su aspecto guerrero, pensemos que también se trata de una deidad
civilizadora (
cf.
Oria Segura, 1996; Díez de Velasco, 1998: 75-131). Existen abundantes
ejemplos de mitos en los que Hércules lleva a cabo una hazaña en una tierra lejana, donde
engendra a un descendiente con una princesa local. Este tipo de esquemas míticos permi-
tirían articular una relación ideológica entre las élites locales y unos supuestos orígenes
mediterráneos, como atestigua el pasaje de Dionisio de Halicarnaso (D.H. XIV.1.4), que
convierte a los pobladores de la Península en descendientes de Celto e Ibero, hijos de
Hércules y una princesa local, si bien se ha de tener presente que esta noticia es una clara
invención erudita; este tipo de esquemas se atestigua también a través del ejemplo bátavo
durante la primera romanización (Roymans, 2009: 226-229). Por otro lado, sabemos que
las hazañas de Hércules se vincularon desde bien pronto con la Península Ibérica a través
de los episodios de Gerión y el jardín de las Hespérides; si bien tenían lugar en la zona de
Gibraltar-Gadir en momentos preliminares de la acción de Roma sobre suelo hispano, su
ubicación ideal se va trasladando conforme avanza la conquista, hasta acabar situada en el
«fin del mundo» que era el noroeste.
24
Pero lo que aquí me interesa señalar es el carácter
de estos mitemas, según los cuales el héroe mediterráneo, a través de su acción, habría
integrado este espacio (identificado con la barbarie por el gigante o el dragón) dentro del
universo civilizado mediterráneo (Díez de Velasco, 1998: 107). Desde este punto de vista,
Hércules es un dios de frontera, especialmente apto para la expansión de cultos mediterrá-
neos durante los primeros momentos de la romanización (o civilización, en los esquemas
mentales romanos). El ejemplo bátavo también
ilustra cómo esta primera popularidad
palidece una vez el territorio se integra de manera efectiva dentro del sistema provincial,
en detrimento de deidades como Marte (Roymans, 2009: 231).
Volviendo al caso de Santa Tegra, podemos comprobar cómo a través de estas sig-
nificaciones Hércules sería una deidad especialmente atractiva para las élites locales. Si
asumimos, como sería posible,
25
que estas conocieran a ese dios, debieron tener una cierta
23.
Cabe mencionar que no sería un ejemplo aislado de espacios de culto híbridos por influencia mediterránea en
el noroeste, como evidencian los cipos púnicos de Cabo do Mar, Vigo o los depósitos de Neixon o A Lanzada,
cuestiones que evidencian que desde el inicio de los intercambios del noroeste con el horizonte mediterráneo
se puso en marcha un proceso de negociación de poder y redefinición de las identidades locales a través de la
religión.
24.
Se trata de mitos que «viajan»: su localización precisa en la mentalidad clásica va trasladándose al mismo tiempo
que avanza su conocimiento geográfico del occidente Europeo. Esto nos interesa especialmente, por el hecho
de que este «viaje» de la localización del mito evidencia su función civilizadora de territorios desconocidos, desde
el etnocentrismo mediterráneo.
25.
Al ya mencionado contacto regular con el mundo romano, habría que añadir una más que probable interacción
continuada en fechas previas a la «conquista» con centros meridionales como Gadir, donde el culto a esta divini-
dad (y su importancia) está perfectamente atestiguado en el sincretismo Melkart-Hércules (Oria Segura, 1996). Por
otro lado, como veremos, el carácter guerrero e indómito de Hércules lo convierte en un personaje muy atractivo
para estas comunidades castreñas.