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A
lberto
S
antos
C
ancelas
El Hércules de Santa Tegra y el
middle-ground
de la religión castreña
PYRENAE,
núm.
46
vol.
1
(2015)
 ISSN: 0079-8215 EISSN: 2339-9171 (p. 87-107)
que sus esquemas ideológicos o sus deidades fueran percibidas por las poblaciones del
noroeste de la primera romanización como tales. Si un individuo (dedicante o lapicida)
dedica un epígrafe a Mercurio, Marte, Hércules o los lares viales, será porque previamente
ha integrado estas divinidades en su sistema de concepciones. Esto implica dos cosas: por
un lado, que este individuo ha resignificado su memoria cultural con la inclusión de estas
figuras del recuerdo en relación con sus esquemas previos, así como sus formas de culto,
que ahora incluyen la dedicación epigráfica (Gehrke, 2000); por otro lado, este proceso
responde a unos intereses a los que va encaminada la construcción de una nueva identi-
dad, que no es ni puramente indígena ni romana, ya que la integran elementos de ambas,
constituyéndose de este modo como híbrida o liminal (Le Roux, 2009).
Estas concepciones presentan una ventaja adicional: frente a una visión estática que
implica concebir unas estructuras religiosas inalteradas en su esencia por unos profundos
cambios sociales, se ofrece un modelo que permite entenderlas de manera dinámica, pero
en el que no hay rupturas, ya que se propone su redefinición con el fin de responder a las
nuevas circunstancias sociales. Aquí se ha propuesto, mediante una serie de testimonios,
la creación de unas formas religiosas y unas identidades híbridas que buscaban integrar la
ideología mediterránea en un pasado (ideal) castreño, de modo que permitieran a ciertos
sectores reivindicar una vinculación con Roma. A la vez, Roma toleraría este proceso de
integración mediante sus propias representaciones. Pero, por supuesto, existieron otras
posturas, que aquí no podemos analizar, ya que en este contexto complejo confluyó otro
tipo de intereses y necesidades —entre los que cabe esperar la resistencia contracultural—
que, por supuesto, también han de cambiar con el tiempo. En este sentido el ejemplo del
santuario de O Facho (que debería ser objeto de un estudio de síntesis) es sumamente
ilustrativo. Convengo con Alfayé (2010: 198) en
que un culto del siglo
iii
d.n.E. a una
deidad de nombre indígena en las mismas ruinas de un castro abandonado desde hacía
dos siglos, con toda probabilidad, nos esté indicando que las comunidades implicadas están
reconstruyendo una memoria ideal de su pasado castreño como medio de creación de una
fuerte identidad local, quizá como respuesta frente a una identidad «galaicorromana» hacia
la que debió existir cierto grado de descontento. Esto mostraría el alcance del cambio entre
la primera romanización de la zona costera y el siglo
iii
d.n.E., resultado de la complejidad
del
middle-ground
generado por el proceso colonizador.
3.
Recapitulación
La primera romanización del noroeste supuso la creación de un
middle-ground
: un esce-
nario de interacción muy complejo donde confluyeron numerosos intereses y posturas,
y que sobrepasa los límites que nos ofrece el planteamiento de resistencia/dominación
(Said, 1993). Este proceso se reflejó en la religión, que sirvió como medio para legitimar
las nuevas identidades híbridas, en las que se aprecia el interés por parte de las poblacio-